
El Valor del Camino

“Caminante, no hay camino, se hace camino al andar…” Estas palabras de Antonio Machado han reverberado en mi cabeza a lo largo de los años, y es curioso como el transcurrir de la vida y de las experiencias, van aportando más significados, más capas de realidad, que se van sobreponiendo a las antiguas con el paso del tiempo, aportando nuevos mensajes a exactamente las mismas palabras.
Algo parecido a escuchar con años de diferencia la misma canción, en la que puedes ir descubriendo nuevos significados. Por eso las canciones, los poemas y los libros nunca estarán muertos. Reviven de nuevo con cada año de nuestra vida, con cada experiencia pasada, con cada nueva lectura.
Canción que, por cierto, también existe para esas mismas palabras de Antonio Machado, puestas en notas musicales por el gran cantautor Joan Manuel Serrat (os dejo referencia al final del artículo).
Pero hoy os quiero hablar del camino.
Camino que no existe hasta que no lo hacemos. Camino que empieza por un primer paso temeroso a veces, dubitativo a tiempos, valiente siempre. Pero todo empieza por un primer paso. Y es importante darlo, aunque no sepas en qué dirección, pero anda ese primer paso porque luego siempre podrás ir ajustando tu trayectoria.
La vida es fundamentalmente el camino. Me atrevería a decir que el 95% de la vida es camino, y el 5% restante es la suma de todos los momentos unidos de las llegadas.
Corre por ahí la historia, de cuyo protagonista no es el nombre conocido, que cierto actor ganador de un Óscar, expresó las siguientes palabras durante la ceremonia de recepción de la dorada estatua: «Menos mal que no me he pasado toda la vida esperando este momento, porque tras recibir este Premio, me siento igual que ayer».
Menos mal que el anónimo protagonista no dejó de vivir y de disfrutar durante al camino hasta conseguir su premio. Muy a menudo solemos tener la meta idealizada, cuando es el camino el que tenemos que idealizar.
Lo mismo concierne a situaciones más habituales para el común de los mortales, lejos de los focos de un Hollywood aclamado. Piensa por ejemplo en tu ceremonia de graduación durante el Bachillerato. O tu graduación en la Universidad. O en ese proyecto entregado tras tanto esfuerzo en tu trabajo…Si postergas el disfrutar sólo hasta que pasas los cursos, o entregas los proyectos, desperdicias la vida literalmente, en el camino. Seis años de primaria, y cuatro de educación secundaria y dos de bachillerato, un total de doce años, para una sensación que durará unas horas, unos días, pero no más de 1 año. O cuatro años de carrera para la ceremonia del birrete con el mismo resultado efímero. O varios meses o años de trabajo para la finalización de ese proyecto y la recepción de esos aplausos y palmaditas en la espalda…
Está claro que el grosso de tu vida está en tus caminos, no en tus llegadas.
Y claro que experimentas ese adictivo subidón cuando alcanzas la meta. Y debes experimentarlo porque lo mereces. Y sería de tontos no aprovecharlo mientras dure. Pero pasa. Dura unas horas, unos días…Disfruta esos días porque son efímeros. Pero no te olvides de disfrutar, sobre todo, durante el camino hasta ellos, porque ese camino es el que dura, el que construye, el que no es pasajero, el que deja huella y permanece.
«Menos mal que no me he pasado toda la vida esperando este momento, porque tras recibir este Premio, me siento igual que ayer». Esta no es una frase para desmerecer el momento. Es una frase para honrar el valor del camino hasta ese momento.
Y hay algo más que resuena en mi mente y en mi corazón al oír esa anónima frase: «Me siento como me sentía ayer»… Si ayer, antes del ansiado premio, eras feliz, estabas satisfecho contigo mismo, lo estarás también tras recibir el premio. Si te sentías insatisfecho, no realizado, pobre o mísero, lo sentirás también con el premio en tus manos. Es el camino el que te define y te realiza, no el premio recibido.
Y aún algo más – es curioso ver como exactamente las mismas palabras van añadiendo más capas de significado a medida que las revisitas, como comentábamos al iniciar esta reflexión…- Podemos hablar en exactamente idénticos términos de la derrota, si es que existe tal cosa, porque nada te derrota salvo la muerte. Mientras no hay muerte sigues viviendo y por tanto sigues optando, sigues en el juego, sigues teniendo tus posibilidades…Pero concedamos que existiese tal derrota. Si el premio no te define, tampoco lo hace la derrota. Te define el camino, el trabajo que has realizado hasta esa meta, resulte exitoso o no. Ahí está el auténtico valor.
Así es que, caminante, emprende tu camino con ese primer paso dubitativo pero con la certeza de que puedes ir ajustando trayectorias y disfrutando de lo que encuentres y crees a tu paso. Caminante, haz tu camino y disfrute al andar. Celebra cada cosa que encuentres a cada paso que des, y no reserves ni postergues ni un ápice de tu alegría para la meta, ya que supondría uno de tus más graves desperdicios: tiempo invertido en caminos no celebrados, que no volverá.
Joan Manuel Serrat, «Caminante no hay camino»